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miércoles, 16 de diciembre de 2009

El Aura.


Intervención Environment
La noche de los santos muertos
Grupo Puerta Roja
Fotografía Mauro Cabral
2009


En las últimas semanas fallecieron dos artistas muy querid*s del circuito gay de la ciudad de Córdoba que se encontraban enferm*s, la drag queen Mondula Leiton y el transformista Jorge Molina. Cientos de mensajes cariñosos de despedida inundan fotologs, blogs, paginas webs e incluso comentarios en facebook: incesantemente se suceden unos tras otros adjetivos como amig*, compañer*, solidari*, generos*, y talentos* (entre otros) para describir a est*s dos profesionales. Lo que resulta muy curioso es que gran parte de las condolencias suelen terminar con la misma metáfora que los distintos portales de internet han usado hasta el cansancio: se fue de gira para siempre (y todas sus variantes, “la última gira”, “la gran gira”, “una larga gira”, etc.).

Durante los últimos días de vida de Mondula amig*s y conocid*s organizaron improvisadamente por interet una colecta para colaborar y ayudar a apaliar algunos gastos surgidos por dicha situación. Conociendo las realidades materiales y económicas de l*s artistas de la noche rosa cordobesa, que no difiere mucho de las del resto del país no dejo de preguntarme: ¿Cuál es el cielo ese de strass y lentejuelas que lo encandila y lo ciega todo? ¿Cuán intenso es el brillo de aquellas estrellas que nos impide bajar la vista y mirar a los costados? ¿Por qué resulta imposible cualquier articulación terrena que problematice sobre las condiciones laborales vergonzosas de las reinas queer? ¿Hay articulación posible?

Llega un punto en el que nos urge dejar de lado esa mirada aurática (maravillada), contemplativa y alienada sobre estas Divas, y hacernos cargo que las divas también necesitan comer, pagar un alquiler, mantener una casa y acceder dignamente a la salud. Para poder celebrar y honrar a nuestr*s artistas debemos asumir un rol más crítico y reflexivo. Tenemos que movilizarnos para que las grandes giras se realicen acá en la tierra y en vida, no por medio de la buena onda o la generosidad de las estrellas, sino exigiendo a las discos y a los empresarios de la comunidad que reconozcan seriamente las propuestas drags y transformistas como un trabajo. Exigirles también un sueldo justo, condiciones dignas y legales, que realicen aportes y la posibilidad de una obra social a quienes durante años y por dos pesos llenan de gente sus boliches y no un simple homenaje hecho nuevamente a pulmón y gratis por otr*s compañer*s de escena.
Decir basta a esa explotación es nuestra obligación como público, mientras que como consumidores nos atañe reclamar calidad y posibilidades de crecimiento y perfeccionamiento artístico en los shows.

Un adiós inmenso a est*s grandes laburador*s, como ell*s se merecen. Ojala las circunstancias hubiesen sido distintas y ojala nos comprometamos para que no se repitan con nadie más.

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