Powered By Blogger

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Salir del closet con ropita cómoda.Dedicado a Darío y Sole.


Caja Objeto
Sofía Chaij- 2009

No somos gays ni lesbianas sino hasta aquel momento en que podemos compartirlo con a alguien más. Cuando un@ da ese gran paso que es animarse a decirle a los otros “soy gay” o “soy lesbiana” está haciendo algo mucho más complejo que comunicar una preferencia sexual (¿cuál?), le está diciendo a los demás -pero sobre todo a un@ mism@:

“No soy lo que se espera de mi, no cumplo con las expectativas que ingenuamente, injustamente y violentamente se tienen sobre mi persona. No soy lo que los demás piensan que soy, no soy los demás, no soy una prótesis, ni una promesa, ni una esperanza. No soy un hada madrina y mi complejidad no se reduce a cumplir los deseos de otros. Soy y seré lo que yo pueda, con suerte, lo que yo quiera”

Decidirse a salir del clóset, es un acto de valentía, un acto de amor para con un@ mism@, un acto de sinceridad inmensa, un acto que políticamente repercute en cada un@ de l@s que ya estamos afuera, una actualización de nuestras experiencias que incide positivamente sobre estas afirmaciones identitarias que asumimos y que, como dijo un amigo por allí, permiten que muchas otras cuestiones enclosetadas salgan afuera a ventilarse un poco.

En el último año dos de las personas más tiernas que conozco y que amo me eligieron a mí de entre muchos otros (inclusive sus familiares) para decirme/decirse por primera vez: Soy gay. Soy lesbiana. Cómo no celebrar esa valentía, esa trayectoria desalienante, (inorgánica y enigmática dirán Darío y Soledad, los amigos en cuestión) que va desde esos primeros años en los que se dieron cuenta que algo los hacía sentirse diferentes hasta que pudieron compartirlo con otro (un arduo proceso que llevaron adelante solos). Cómo no sentir orgullo lésbico y gay por eso que nos atraviesa y nos libera de mandatos horrorosos sobre el destino de nuestros cuerpos, nuestras identidades y nuestros deseos. Cómo no estar orgulloso con estos amigos.

Pero ojo! Que enseguida aparecen otros mandatos, ir a tal o cual boliche gay o barcito lésbico, escuchar Lady Gaga o Liliana Felipe, meterte en saunas para tipos o juntarse con otras tortas en la plaza de la Intendencia, usar una banderita de siete colores hasta en el culo, tener determinados cuerpos, usar determinadas marcas de ropa, pelear por el matrimonio gay, o sumarte a la lucha feminista. Hacer pilates o jugar al futbol. Decidirte: pasivo o activo, chonga o femme, si tu pija es grande tenés que dar, si sos flaquito recibir. Si sos masculina pagá vos los tragos, si sos femme no des el primer paso. Ante la homonormatividad agotadora hagamos el esfuerzo de recordar qué quisimos decir un día cuando le dijimos a alguien que éramos lesbianas, que éramos gays:

“No soy lo que se espera de mi, no cumplo con las expectativas que ingenuamente, injustamente y violentamente se tienen sobre mi persona. No soy lo que los demás piensan que soy, no soy los demás, no soy una prótesis, ni una promesa, ni una esperanza. No soy un hada madrina y mi complejidad no se reduce a cumplir los deseos de otros. Soy y seré lo que yo pueda, con suerte, lo que yo quiera”

No hay comentarios:

Publicar un comentario